domingo, 16 de noviembre de 2014

¡A sillazos no!


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No sabía que las sillas también servían para jugar al tenis. O al menos eso creyeron los aficionados chilenos que en un arranque de ira, arrojaron cientos de sillas y otros objetos contundentes, agrediendo de manera cobarde al equipo de tenis argentino que disputaba ante Chile  un nuevo enfrentamiento por Copa Davis. Fue un día oscuro para el deporte y jamás debería volver a repetirse. Este vergonzoso e inusual hecho ocurrió un 7 de abril del 2000. Se jugaban las semifinales del grupo 1 perteneciente a la zona Americana. Chile era local y eligió como escenario la cúpula del Parque O’Higgins (hoy el Movistar Arena) ubicado en la ciudad de Santiago. Tanto chilenos y argentinos luchaban por el paso a la repesca del Grupo Mundial.
En el plantel chileno estaba la figura descollante de Marcelo “el chino” Ríos, ex número uno del mundo. Ríos lideraba a su equipo y era el ídolo de todos los “mapochos” quienes confiaban en su talento y experiencia para lograr la victoria. Como era de esperarse “el chino” arrasó al gaucho Hernán Gumy en el debut de la eliminatoria.
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Chile obtuvo su primer punto y ahora debía jugarse el segundo encuentro entre la joven promesa chilena NicolásMassú frente al argentino Mariano Zabaleta. A medida que pasaba el tiempo los espectadores estaban cada vez más vehementes, lucían muy exaltados se dejaban llevar por la pasión y no entraban en razón. El entusiasmo de querer ganar la eliminatoria los desbordo. Al pretender ganar la serie a como dé lugar, y al ver que Massú no podía doblegar al argentino (perdía dos sets a uno) no encontraron mejor forma que hostilizar al rival. Parecía que las barras de futbol se habían trasladado a las canchas de tenis y fue ahí donde explotó todo.
Zabaleta vencía cómodamente en el cuarto set y se encaminaba a poner la igualdad en la serie. Cuando de pronto se desató la barbarie. El caos se apodero del recinto, no había forma de calmar a la gente. Ellos querían ganar a los golpes, al susto, a la intimidación, no entendían el concepto de competir. Por mas esfuerzo que haría PatricioCornejo (capitán del equipo) y hasta el mismo ídolo del pueblo “el chino”  Ríos, de tratar de apaciguar y calmar a los doce mil asistentes aquella tarde, no lograron su cometido.
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El público no se calmó y los desmanes continuaron, provocación tras provocación, gritos y chiflidos provenían de todos los sectores. Era un descontrol total. Hasta que empezaron a volar las sillas desde las tribunas a la cancha. Que culpa tenían las pobres sillas, de lo eufórica que estaba la barra chilena ese  día. Ellos apuntaban directamente hacia los jugadores argentinos, ese era el blanco de tiro. Algunos demostraban que tenían una tremenda puntería. Los pobres jugadores argentinos agredidos, se retiraron esquivando además de las sillas, botellas, pilas, almohadones, todo objeto que encontraban al alcance lo arrojaban. Esta gente era capaz de todo menos mal que no encontraron piedras, ni martillos que lanzar. Fue una batalla campal.
Se propuso después de toda la trifulca, continuar jugando la serie pero esta vez a puertas cerradas. Pero los argentinos no querían saber nada, se rehusaron a seguir jugando. La serie la ganó Chile por Walkover. Como resultado del bochorno, la Federación Internacionalde Tenis, castigo a Chile con la prohibición de jugar de local por dos años y su Federación fue multada con US$ 47.800. Desde aquella vez ambas selecciones no se han vuelto enfrentar por la copa Davis. Un enorme favor les pido a los organizadores, de chocar ambas selecciones nuevamente que encadenen los asientos por si las moscas. ¡Para que te traje!


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